Cada vino es un mundo en sí mismo, no todos soportan las mismas condiciones ni están preparados para largos periodos de almacenamiento. Para que lo entiendas con facilidad, en el caso de los vinos jóvenes deberían consumirse en el mismo año. Para los vinos tintos, pueden almacenarse mayor tiempo que los vinos blancos en cualquier bodega.
En general, se deben almacenar en temperaturas de unos 14º, siendo lo ideal entre 7º y 21º, y no todos pueden ser añejados. Además, el transporte de este cuando sea necesario ha de ser muy cuidadoso.
Cómo el almacenamiento puede mejorar o perjudicar la calidad del vino
Antes de nada, debes saber que el vino puede conservarse en tu propio domicilio, pero necesita estar ventilado, con poca luz, sin vibraciones y con temperatura estable.
Cuando el almacenamiento del vino se realiza de manera correcta, el vino además de mantener su calidad, será capaz de cultivar un aroma y sabor mucho más intenso a medida que va madurando. Lo ideal es atender a las necesidades de cada botella específica para la conservación del vino en bodega.
Factores a tener en cuenta al elegir un lugar de almacenamiento para el vino
Debes tener en cuenta estos factores para el almacenamiento del vino:
- Temperatura: el vino debe conservarse a unos 12-14º, aunque algunos aseguran que esto se amplía hasta los 7-18º. Lo importante aquí es mantener la temperatura constante y sin variaciones bruscas, pues esto hará que envejezca antes e incluso se oxide.
- Humedad: la humedad relativa debería rondar entre 60% y 90% HR, para que el corcho permanezca húmedo y no haya apenas evaporación. Si la humedad es excesiva, aparecerá moho y las etiquetas podrían despegarse.
- Colocación: las botellas, como habrás visto en numerosas ocasiones, se almacenan horizontalmente para que el corcho esté en contacto con el vino. Esto permite que el corcho no se seque y el vino se oxide. Hay excepciones como el Coñac, que se coloca verticalmente para no dañar el corcho con la maduración. Tampoco lo coloques cerca de electrodomésticos.
- Luz: un buen vino ha de madurar con tranquilidad y con plena oscuridad, pues la luz puede estropearlo. Intenta además evitar cualquier tipo de vibración en el entorno (ni ruidos) y no muevas las botellas.
- Ventilación: es esencial buscar una bodega que disponga de suficiente ventilación, para evitar que aparezca moho y el vino absorba su olor.
- Higiene: asegúrate de que antes de almacenar las botellas has limpiado a fondo la zona, ya que el vino es capaz de captar olores alrededor de él. Usa productos inodoros y no lo almacenes junto a comida o especias que tengan olor fuerte.
Importancia de la humedad y la ventilación en el almacenamiento del vino
Como ves, además de la temperatura, la humedad y la ventilación son clave para cuidar la calidad de cualquier botella de vino. Si tuviésemos que describir el lugar ideal, podría ser un lugar subterráneo con paredes gruesas y sin filtraciones o tuberías.
Este lugar deberá ser oscuro y con humedad relativamente alta, capaz de mantener el vino inalterado durante mucho tiempo. A demás de contar con buena ventilación, deberás limpiar bien la zona antes de su embotellado y almacenamiento. Asegúrate de retirar electrodomésticos, alimentos y otros materiales u objetos que desprendan olores fuertes.
Comprueba que la estantería o armario están en buenas condiciones, son firmes y accesibles (los de piedra y metal son los más óptimos, los de madera pueden generar podredumbre). Para saber qué botella coger cuando desees retirarla, no olvides poner una etiqueta con los datos de este en el cuello de la botella.
Para la conservación del vino en casa, deberías buscar armarios o bodegas acondicionadas con las condiciones que hemos mencionado antes (oscuridad, frescura, humedad poco alta, sin vibraciones y temperatura estable). O bien déjalo en la propia caja en la que has comprado el vino siempre que no esté en contacto con el suelo.